Al abrir la maleta se quedó con la cara de un espantapájaros y…¡Se encontró con una pistola ni más ni menos!.
Pedro tenía una idea: como no sabía qué hacer en los turnos de noche, traer una diana y disparar hacia ella y a la vez pasar el tiempo.
Al pasar unos días el dueño de la maleta vino a por ella y se llevó una gran sorpresa. El vigilante le demandó por usar armas ilegales.
Al salir de prisión procuró no olvidarse nada en cualquier parte después de la desgracia.
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